martes, 13 de mayo de 2025

EN CAMBIO LA LLUVIA

 

A mitad de la noche estornudo unas tres veces

y se me da por pensar que mi gato también estornuda

pero no necesita limpiarse la nariz

Por la mañana se me da por recapacitar:

yo no puedo volar y la gallina tampoco

pero ella cacarea; yo canto

Puedo correr hasta alcanzar al colectivo

cosa que el perro también puede hacer

pero a él no se le da por subirse

se queda ladrando en la vereda

En cambio la lluvia se derrama como llanto

igual que nuestros ojos, igual que nuestra alma

jueves, 8 de mayo de 2025

LA VERDAD VERDADERA

 La verdad verdadera (Adaptación de la Parábola de los ciegos)

Parece que en la antigüedad la reina Hatshepsut organizaba en su residencia unos banquetes que para qué te cuento: comidas exóticas, vino del mejor, bufones, espectáculo de danza con bailarinas traídas de otros países y los infaltables músicos, entre ellos cinco ciegos que tocaban el arpa. A estos hombres se los tenía en mucha estima porque eran grandes artistas. Para compensar su invalidez tenían una gran habilidad musical que deleitaba los oídos de reyes y funcionarios y hacía más placenteras las fiestas. Un día, la reina quiso premiar a estos hombres por la excelente labor que venían realizando hacía años. Entonces, hizo que los llevaran de excursión a su recién estrenado pequeño zoológico para que conocieran, aunque más no fuera por el tacto, cómo eran algunos animales traídos de otras regiones de África y también de Asia: dos leopardos, una jirafa, un elefante, tres mandriles, así como un buen número de pájaros rarísimos. Un guía les iba diciendo el nombre de cada animal que tocaban y los hombres, felices por la experiencia, daban constantes exclamaciones de sorpresa.

"¡La jirafa es como una escalera altísima!", opinaban, guiados por el tacto. O, si no: "El leopardo tiene pelaje suave como el gato".

Cuando llegaron al elefante, el guía puso a cada uno a tocar una parte de la enorme bestia: uno tocó la cola, otro el colmillo, otro la trompa, etc. Pero, cuando estaban en eso el animal se fastidió de que lo tocaran y se alejó de ellos dando un sonoro grito, lo que dejó muy impresionados a los ciegos. Más tarde, cuando se despidieron del guía y estaban en el camino de regreso a sus casas, los ciegos hicieron comentarios de todos los animales, y cuando llegaron al elefante, cada uno lo describió a su manera:

- El elefante es como una pared -dijo el que había tocado un lado del inmenso cuerpo.

- No, a mí me pareció como una soga -dijo el que había tocado la cola.

- Se equivocan. Más bien es como una gruesa serpiente que podría tragarnos a todos nosotros -dijo el que había tocado la trompa.

- No pueden haber tocado el mismo animal que yo. El elefante es como el tronco de un árbol -dijo el que había tocado una pata-, de eso estoy seguro.

- De ninguna manera. Están todos errados. Yo toqué bien y sé lo que les digo. El elefante es como una madera dura y pulida -dijo el que había tocado el colmillo.

Como después de discutir varias horas no se ponían de acuerdo y en cambio se estaban disgustando los unos con los otros porque todos creían tener la verdad, decidieron ir a consultar a un vidente, y quién mejor que un viejo y sabio Maestro, se decían, para tener la verdad absoluta. Se dirigieron entonces a la Casa de la Vida, una institución de enseñanza donde aprendían escribas y sacerdotes y donde trabajaba el Maestro.

Le contaron la experiencia que habían tenido con el elefante y la conclusión a que había llegado cada uno de ellos. Y esperaron en silencio el certero veredicto del anciano, que no tardó en hablar.

Al irse del lugar los ciegos ya no peleaban, pero estaban bastante confundidos, ¡no entendían nada! Cada uno se dirigió a su casa con la respuesta del Maestro dando vueltas en su cabeza.

El Maestro les había dicho estas sabias palabras: "Señores, debo decir que ninguno de ustedes tiene la verdad absoluta. Todos se equivocan, pero todos tienen razón al mismo tiempo".


EL SUEÑO DORADO DE MHOTEPEA

 

El sueño dorado de Mhotepea

Resulta que Mhotepea era una artesana egipcia jubilada que veía acercársele el momento de sacar pasaje para el otro mundo. Era soltera y por familia sólo tenía un sobrino, Shebitku, al que ella cariñosamente llamaba Shebitkucito, aunque él ya había cumplido los cuarenta.

La anciana y su sobrino convivían hacía muchos años y se tenían afecto o por lo menos se habían acostumbrado el uno al otro. Ella, que era muy quisquillosa, se había encargado siempre de los asuntos de la casa, porque no confiaba en que el grandulón de su sobrino se supiera desenvolver bien.

- Yo ya estoy vieja y cansada, Shebitkucito -decía de vez en cuando Mhotepea-, vas a tener que aprender a arreglártelas solo, si no ¿cómo vas a hacer cuando yo no esté?

Pero seguía encargándose de todo sin dejar que su sobrino aprendiera. Y él la dejaba hacer porque siempre había sido así, ¿para qué cambiar ahora? A lo sumo le decía: "No te preocupes, tía, todo a su tiempo. Cuando me quede solo ya me las arreglaré".

Y no era por comodidad que Shebitku dejaba hacer a su anciana tía, no señor. Era porque deseaba verla activa y porque él sabía que en el fondo la tía era feliz encargándose de todo. Y él, que la quería, no le iba a llevar la contra.

Como todos los egipcios de la época, Mhotepea sería embalsamada cuando muriera para, según sus costumbres, llegar pura y en buena forma al más allá.

Es por eso que una mañana cuando se levantó fue a arreglar ella misma los detalles de su momificación con los especialistas, para cuando le llegara el momento que, sospechaba, no debía andar muy lejos.

En el antiguo Egipto, como en todas partes y en todos los tiempos, había distintas categorías de muertos como lo hubo, y lo hay, de vivos: clase baja, media y alta. Así, había precios y clases de embalsamamiento según cuánto abultara el bolsillo del cliente.

Llegado el día de ir a consultar, la anciana se dirigió a la Casa de Purificación, que era donde se hacían las momificaciones. Allí, uno de los especialistas le enumeró las categorías de momias y los procedimientos de cada una para que ella eligiera, mientras le mostraba el dibujo correspondiente en un papiro:

- Tenemos la Momia 1 o Momia Real: para rellenar el cuerpo una vez quitadas las vísceras se usan hiervas aromáticas como mirra, canela, azafrán, casia y cinamón; se lo cubre con sales de primera calidad durante setenta días para secarlo y luego se lo envuelve con los más finos paños de lino.

-¿Y el sarcófago cómo es?

- De madera de ébano con dibujos grabados en oro y cubierto con pétalos de rosas.

-¿Y cómo lo llevan a la tumba?

- En una barcaza por el río Nilo, con treinta y cinco plañideras a bordo que lloran sin cesar durante todo el viaje. En fin -concluyó el hombre -, todos los chiches.

-¡Ay! ¡Qué liiiindo! -exclamó Mhotepea, encantada con tanta suntuosidad -. ¿Y cuánto cuesta?

- Quinientos dracmas.

-¿Quinientos dracmas? ¡Qué caaaara!

- Y, señora, no es para todo el mundo. Es la que encargan los faraones y los altos funcionarios.

- Con razón. ¿Qué otra tienen?

- La Momia 2 -dijo el hombre señalando el dibujo -. En esta se rellena el cuerpo con paja, se lo seca con sales y se lo envuelve con paños de lino de segunda.

-¿ Y el sarcófago?

- De madera de cajón de manzana.

-¿Y el viaje por el Nilo?

- No, esta es llevada por tierra en un carro que tira un burro. Pero es sensiblemente más económica: 230 dracmas.

- Sí, es más barata, pero bastante cara para ser un viaje en carro. Porque no vamos a comparar el viaje en barcaza por el Nilo con el viaje a lomo de burro.

- Y, a la Momia Real no hay con qué darle. Es incomparable.

-¿Y qué más tienen?

- La última, la Momia 3, pero no se la recomiendo.

- ¿Ah, no? ¿Cómo es?

- Se rellena el cuerpo con arena, se lo seca con sal de cocina y la envoltura es de paños de ropa vieja.

-¿Y el viaje a la tumba?

- A hombro.

-¿Cómo a hombro?

- Los familiares se llevan el sarcófago al hombro.

-¡Ay, pero qué feeeeo!

- ¿Y qué más quiere por 80 dracmas?

- A mí me gusta la primera, con el viaje por el Nilo. ¡Pero tan caaaara! - Mhotepea se quedó pensando un instante para agregar: "Escuche lo que le digo: con tal de que me lleven en esa barcaza por el Nilo que es mi sueño dorado, dejaría que me sequen con la sal de cocina y me envuelvan con los paños de ropa vieja. ¿Qué le parece? ¿No me harían un precio razonable por eso?

- No, señora, esa mezcolanza no la permiten los sacerdotes. Ofendería a los dioses. Elija una de las tres que le nombré.

- ¡Ay, qué lástima, con lo que me gustan los viajes en barco! Bueno, tendrá que ser la segunda, entonces. Pero, hágame precio… 180.

- 200 -dijo el hombre.

Y ella: "190".

Y, entonces él: "210".

- Bueno, bueno -se rindió la anciana -, está bien, dejémoslo en 200.

- Hecho -concluyó el hombre.

Terminado el regateo, Mhotepea le pagó la suma estipulada al embalsamador y él le dio un recibo donde se especificaba el tipo de procedimiento.

-¡Ay, Shebitkucito! -le dijo la anciana a su sobrino ni bien llegó a casa.

-¿Qué pasa tía?

- No sabés, nene: vengo de encargar el servicio de embalsamamiento y la Momia Real es un sueño, llena de fragancias, envuelta en el mejor lino y lo más lindo, el viaje a la tumba en barcaza por el Nilo.

-¡Fantástica!

- Sí, pero caríííísima. Así que me quedé con la segunda. Ya está paga. Acá tenés el recibo. Guardalo en un lugar seguro para cuando llegue el día. Que no se te vaya a olvidar dónde lo pusiste, ¿eh?

Y mientras caminaba a su habitación, Mhotepea pensaba en voz alta: "Si yo me hubiera casado con aquel novio de mi juventud que ahora es funcionario del gobierno, las cosas serían distintas. Ahora podría hacer el viaje al más allá en barcaza por el Nilo. En cambio lo haré en un carro tirado por un burro. Pero con la jubilación mínima no me alcanza, qué se le va a hacer"

"Pobre tía, se merecería el mejor de los entierros", se quedó pensando Shebitku a la vez que se encogía de hombros.

El tiempo pasó y los días de Mhotepea llegaron a su fin. Como correspondía, su sobrino, ayudado por un vecino, llevó el cuerpo de la tía a la Casa de Purificación. Pero, atolondrado por la pena y por tener que cumplir por primera vez con una responsabilidad semejante, una vez allí se dio cuenta de que se había olvididado de llevar el recibo del pago, donde además se especificaba qué clase de procedimiento había encargado su tía. Entonces, depositaron el cuerpo de Mhotepea sobre una de las grandes mesas de madera que había en el lugar para ese fin, y Shebitku corrió a su casa a buscar el recibo. Al rato, el cuerpo de la difunta esposa de un alto funcionario fue depositado al lado del de Mhotepea, yaciendo encima de ella el recibo del embalsamamiento llamado Momia Real o sea el más caro.

Hete aquí que cerca de la mesa había una abertura de ventilación. La suerte quiso que por allí irrumpiera una corriente repentina de aire que empujó el recibo de la esposa del funcionario encima del cuerpo de Mhotepea.

Mientras tanto, Shebitku buscaba el recibo por toda la casa. Una vez que lo tuvo salió volando a entregárselo al embalsamador. Pero cuando llegó a la Casa de Purificación el cuerpo que encontró sobre la mesa no era el de su tía sino el de la otra mujer.

En eso pasó uno de los profesionales que trabajaba allí y Shebitku le preguntó si sabía dónde estaba el cuerpo de su tía Mhotepea.

- Ya está en el laboratorio para el procedimiento. Lo felicito: eligió usted el mejor método, Momia Real, caro pero el mejor. La debía querer usted mucho, ¿verdad?

- Eh... sí, claro. La quería mucho -respondió Shebitku algo confundido, para agregar, ya aclarada su mente, con una sonrisa de satisfacción: "¡Claro que la quería!"

-¿No vio usted el recibo que tenía este cuerpo encima? -preguntó el hombre señalando a la difunta esposa del funcionario -. Debería estar acá.

- Mire, acá está -dijo astutamente Shebitku haciendo como que lo levantaba del piso y entregándole el de su tía -. Se ve que el aire...

- Ah, gracias -dijo el hombre leyendo el recibo-. Momia 2, qué raro. Hubiera jurado que… Bueno, con respecto a su tía: en setenta días estará lista para el fantástico viaje final por el Nilo. Ya le avisaremos. Que tenga usted buenos días.

Shebitku volvió a su casa de muy buen humor, hablando para sus adentros con su tía Mhotepea.

- Te dije tiíta: "Cuando me quede solo ya me las arreglaré". Y me las arreglé nomás, ¿viste?


lunes, 17 de marzo de 2025

jueves, 16 de enero de 2025

LA RANA Y LA LUNA

 

Noche: nada la rana

en la laguna,

quiere romper

el cristal de la luna.


Tanto agita el agua

con patas y brazos

que deshace el cristal

en mil pedazos.


Sale triunfante

y cuando mira el agua

¡entera está la luna

en blanca enagua!


sábado, 7 de diciembre de 2024

DE CAÑÓN (PUBLICÓ EDITORIAL ESTRADA, 2018)



Mi cuento De cañón en la voz de  Eleonora Taurizano

martes, 21 de mayo de 2024

EL VIAJE DE MONONA (PUBLICÓ MACMILLAN)

 

¡Buaa, buaa, buaa!

Mi gata Monona

se me fue de viaje

y me dejó sola.


Ayer de mañana

me mandó un mensaje

donde me explicaba

el porqué del viaje:


Me cansé, querida,

de la gran ciudad,

me vine a la costa

del río Paraná”.


Vieras las barrancas

qué lugar soñado,

me subí a un bote

a pescar dorados”.


Hay montón de aves,

también yacarés,

y hojas enormes

del bello irupé”.


Esto es primoroso,

el aire es más puro,

se vive muy bien,

sin ningún apuro”.


Pasó una semana,

Monona volvió,

el paseo sola

al fin la aburrió.


Hoy estoy feliz,

sacamos pasaje,

juntitas al mar

iremos de viaje.