martes, 22 de mayo de 2012

¡A LOS SABROSOS PASTELES!

Los dos pasteles que siguen fueron hechos hace unos diez años o más para una prueba que tomaron a varios ilustradores en editorial Alfaguara en que había que ilustrar cuentos de María Elena Walsh. Los míos no fueron elegidos. A mí me siguen gustando:

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El que sigue ilustró un cuento de Ema Wolf en un manual de Proyecto BASE de 2001:


Con este ilustré el cuento de Cortázar "El perseguidor" para una muestra del Foro de Ilustradores:



Los siguientes pertenecen a un proyecto propio de libro con el tema de una casa, proyecto que nunca terminé, hasta ahora. Para la primera ilustración me vinieron bien la escalera y los vidrios de un viejo edificio que hay en el barrio de Constitución:


En esta aparecen muebles sacados de revistas de decoración y la María Celeste, mascarón de la casa de Neruda en Isla Negra:



Los mascarones en penumbras:



lunes, 14 de mayo de 2012

DE DÓNDE SALEN MIS CUENTOS III


Varios de mis relatos surgieron como una especie de protesta hacia costumbres, modas o actitudes de la gente con las que estoy en desacuerdo. Un ejemplo es “Una familia muy normal”, que se publicó hace unos años en un libro de texto: 

Doña Norma, Normita y don Pascual
son una familia muy normal.
Doña Norma con la limpieza es insaciable
por eso tiene la ropa impecable.
Lava y plancha todos los días,
su casa parece una tintorería.
Don Pascual hace de jardinero:
cuida las plantas con tanto esmero.
Las poda, las poda, las poda,
y deja sin hojas a todas.
Doña Norma admira su prolijidad,
¡es el jardín más limpio de la vecindad!
Normita juega con su muñeca
que tiene la cara llena de pecas.
Le lava la cara con lavandina
porque sin pecas será divina.
Los sillones parecen recién comprados,
siempre los tienen muy bien tapados.
Bien aprendido lo tiene Normita:
“Los sillones se usan cuando hay visitas”.
Doña Norma lustra el piso y lo hace brillar,
pero no se puede pisar, hay que volar.
Normita lava sus dientes continuamente,
y don Pascual sus uñas constantemente.
Y para tener un poco de diversiones
la familia  toma unas vacaciones.
Eligen la playa más limpia y bonita
y llevan sombrilla, toallas, mesita.
Pasan las tardes de ese verano
comiendo sánguches, tomando helado.
Todos los días cambian de lugar,
es increíble cómo relaja el mar.
A medida que ellos se van moviendo
la mugre en la playa va creciendo.
Doña Norma, Normita y don Pascual,
convierten la playa en un basural.
Vuelven a su hogar tan descansados,
la playa los dejó muy relajados.
Notan la casa algo sucia al llegar:
- No perdamos tiempo, hay que limpiar.
Doña Norma, Normita y don Pascual
son una familia muy normal.

Otro ejemplo es el cuento que da nombre al libro, La máquina de la felicidad y otros delirios, publicado en Cántaro en 2001 con ilustraciones de Horacio Gatto.



Es el retrato de una familia que teniendo en su poder una supuesta máquina de la felicidad con un manual de instrucciones, por las muchas ocupaciones diarias que exige la sociedad en que vivimos no se hacen tiempo para leerlo y así la máquina se les vuelve un estorbo. Hasta el día en que se la regalan al jardinero...

En el mismo libro, ¿No tiene algo nacional? es un diálogo breve entre una mujer y un vendedor de "supuestos" artículos regionales. Un fragmento:

"..........................................
-¿Y el chaleco de vicuña?
- Vino de Cataluña.
-¿Las boleadoras?
- Son de Angola.
-¿La guitarra?
- Es de Ottawa.
-¿Y el mate con la bombilla?
- Hechos en las Antillas.
- No me diga que la virgencita de Luján...
- Sí, le digo: es de Taiwan.
.........................................."

Está el diálogo de dos amigas en el supermercado, Viva concursando, que junto con otros cuentos conforma el libro "Ojos para ver y otros cuentos" publicado en Libros del Quirquincho en 1996, que ilustré con collage de papeles recortados:

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VIVA CONCURSANDO

(La escena transcurre en un supermercado. Dos amigas conversan mientras empujan sus carritos entre las góndolas.) 

María Luisa  ¡Qué tarde que fuiste ayer a buscar a Fede al jardín!

Lucía Paola  ¡Calláte! ¡No sabés la cola que había para retirar las bases del concurso de Cola-Loca!

María Luisa  ¿Las tenés?
Lucía Paola  Ajá.
María Luisa  ¡No te puedo creer!  
Lucía Paola  Creéme.
María Luisa  Ay, por favor, después pasámelas por teléfono, que yo te paso las de Ke-ricura.
Lucía Paola  ¡Buenísimo! Bueno, te cuento: ayer, cuando llegamos a casa con Fede después del jardín, tuve que cocinar algo muy rápido porque se moría de hambre ¿Y sabés qué hice?
María Luisa  Ni idea.
Lucía Paola  ¡Polenta “Yamismo”! Se hace en dos segundos y a Fede le encanta. Además, ¡sorpresa!, adentro del paquete había un número.
María Luisa  No me digas que...
Lucía Paola  ¡Escuchá! Yo no sabía nada del concurso ese. A la tarde encendí la tele y en el programa "Viva concursando" explicaron lo de la polenta.
María Luisa  ¿Y?
Lucía Paola  Que para ganar hay que formar el número 451.304.289, ¡y yo ya tengo el 2! ¿Te dás cuenta?
María Luisa  ¡Qué suerte que tenés!
Lucía Paola  (Mientras llena el carrito con paquetes de polenta.)
Ayer me llevé cuarenta paquetes de polenta, pero nada, no encontré ningún numerito. Hoy me voy a llevar ochenta. ¡No puedo desaprovechar esta oportunidad!, pensá que ya tengo el número 2.
María Luisa  Y digo yo, ¿qué hacés con tanta polenta?
Lucía Paola  ¡La comemos! Me compré un libro de cocina que se llama: "Cómo comer polenta todos los días y no cansarse". Lo venden acá, en el supermercado y trae unas recetas bárbaras.
María Luisa  (Mirando su reloj.)
¡Pero qué tarde se hizo y tengo que ir a hacer la comida!
Lucía Paola  Si hicieras polenta como yo no tendrías tanto apuro, ¡se hace tan rápido!, y además, ¡hay muchos premios!
(Se acercan a la caja y, mientras pagan, siguen charlando.)
María Luisa  Me parece que desde mañana en casa vamos a empezar a comer polenta.
(Cuando están saliendo del supermercado.)
María Luisa  Ay, se me fue el colectivo.
Lucía Paola  ¿El colectivo? ¡Si vos vivís acá a la vuelta!
María Luisa  Ya sé, ¿pero no te enteraste del concurso de los colectivos? ¡Andá sacando boleto, nena!
Lucía Paola  ¡Ay, esperáme que voy con vos! Yo también quiero participar.
 (Salen del supermercado y junto a la caja quedan dos señoras charlando.)
Señora 1  ¿Usted sabe cuál es el premio del concurso de polenta?
Señora 2  No estoy segura, pero creo que es un viaje en colectivo por distintos barrios o algo así. Lo que si sé es que con el concurso del boleto de colectivo se puede ganar un canasto repleto de paquetes de polenta. Qué bueno, ¿no? 


sábado, 12 de mayo de 2012

DE DÓNDE SALEN MIS CUENTOS II



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La idea de la casa o lugar donde se vive aparece en varios de mis textos. Está por ejemplo el poema "Casita, casona" en recuerdo de una casa en que viví: 

Recuerdo una casa,
casita, casona,
con luz y con flores,
muy linda, muy mona.

Había una gata
de blancas botitas,
ojos esmeralda
y rayas finitas.

También una perra
peluda, orejona,
de negro y café,
grande y querendona.

Adentro una estufa
que leña fumaba
y por chimenea
el humo expulsaba.

Un patio pequeño,
grande la cocina
y un olor profundo
desde la glicina.

Tenía una higuera,
tenía un ciruelo
y muchas ventanas
para ver el cielo.

Un nido de hornero
en el paraíso
que hicieran los pájaros
sin pedir permiso.

Un terreno largo,
de pasto un tendal,
y al fondo de todo
un cañaveral.

Recuerdo una casa
de muchos colores,
la perra y la gata,
la luz y las flores.

También en “Caracú, el caracol”, mi primer cuento publicado en libro en 1996 en los Libros del Quirquincho, trato el tema de la vivienda mediante un caracol que pierde su caparazón, o sea su casa, y va en su búsqueda:


En “¿Y la luna dónde está?”, Luna, la protagonista, vive en una casa de la que sale cada día para brillar y después de su rutina vuelve a ella. 
Y dice en un momento: "Cuando está de punta en blanco, sale de su casa":


Y en “Un lugar cómodo, cómodo”, publicado en Edelvives con ilustraciones de Elba Rodríguez, la historia tiene que ver con una familia de tatúes en la selva chaqueña que busca un lugar donde hacer su casa:



miércoles, 2 de mayo de 2012

DE DÓNDE SALEN MIS CUENTOS


Para la mesa redonda “¿De dónde salen los cuentos?” que organizó la SEA en la Feria del Libro 2012 y en la que fui una de las participantes junto a Adela Basch, Ricardo Mariño y Oche Califa, me puse a pensar de dónde saco yo mis cuentos, a partir de qué ideas construyo mis historias. Me sirve, creo yo, pensarlo y anotarlo en este cuaderno, me ayuda a ordenar mis ideas repasar lo hecho hasta ahora, me ayuda a ver...

Ver desde otro lado para contar desde otro lado: 
el miedo a la oscuridad

A la hora de escribir el relato del libro “¿Y la luna dónde está?”, uno de mis libros más queridos, volví a mi infancia para recordar que cuando me iba a la cama le tenía un miedo espantoso a la oscuridad y que me mantenía a veces casi sin respirar, tiesa como una tabla y con la cabeza bajo las cobijas hasta que me dormía. Pero las noches en que me quedaba en lo de mi prima era otra cosa, porque ella, como dulce hermana mayor, me hablaba contándome historias o respondiendo a mis preguntas. Y así, escuchando la cadencia de su voz, me iba durmiendo.
Partiendo de la idea del miedo a la oscuridad a la hora de ir a dormir, en “¿Y la luna dónde está?” conté la historia de una certeza, la rutina del ciclo de la luna que se repite infinitamente y lo hice con una explicación de fantasía, pero explicación al fin, a una pregunta dada y con una atmósfera de paz y de quietud que se apoya en las ilustraciones.

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En este relato no se habla de los terrores nocturnos, aunque para crearlo partí de mis miedos infantiles. Entonces, lo que creo que hice es abordar el clásico tema infantil del miedo desde otro lado. Y el resultado es una historia que sirve como posible herramienta contra esos terrores. No sé si a todo el mundo le sirvirá  la explicación de un fenómeno que se repite y se repetirá por siempre para apaciguar el miedo. Si sólo a uno le fuera útil, me doy por satisfecha.