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Vidas modernas nació de mirar. Con Gloria Silva y Cecilia Larese Roja nos pusimos a mirar libros con reproducciones de pintores latinoamericanos con la idea de escribir versos. Me atrajo el cuadro Ciudad Lagui de Xul Solar, sus edificios con sus chimeneas sacando humo en forma de rulo, y cuadros de otras ciudades con caminos y escaleras, por las que sobrevuelan globos. A los seres humanos se los ve chiquitos, caminando por esos laberintos.
Comencé a imaginarme una vida en Ciudad Lagui, dos seres que se quieren en esta gran ciudad. Los vi a los dos buscándose por aquellas escaleras y al minuto siguiente, enojarse y replegarse cada uno en sí mismo, cada uno en su casa, en su rulo. En su mambo. Pero extrañándose. Cosas que pasan en una gran ciudad, donde la comunicación se facilita y se dificulta casi al mismo instante. Estos seres llevan vidas modernas, con un fuerte sentido de la individualidad pero sin perder la necesidad del encuentro con el otro. Sin detenerse a pensar en una etiqueta para su relación de amistad. ¿Serán amigovios?
Conversé con Didi en un pasillo de la
feria del libro. Después nos intercambiamos correos, cada una en su rulo,
aunque a veces nos encontrábamos. Y Didi empezó a trabajar sobre
los versos que le envié, sobre Xul y Rinoceronte. Y les
puso cuerpo e inventó una nueva ciudad. Trajo los juegos que aparecían en las
revistas, como los laberintos y el completar figuras. Jugó e hizo todo más
divertido, más vivo, valga la redundancia.
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