lunes, 26 de julio de 2021

CAPRICHOS DE REINA (MACMILLAN)

 

Debido al aire desértico y a los calores intensos, en el antiguo Egipto se le daba mucha importancia al aseo personal. Todas las clases sociales participaban del elaborado ritual del baño. La gente del pueblo tomaba baños en el río y se frotaba con barro para luego aplicarse aceites que protegían a la piel del sol. En cambio, en las clases altas los esclavos bañaban a sus amos en aguas perfumadas con azafrán, canela o mirra para después untarlos con ungüentos y pétalos de flores.

Dicen que Cleopatra, reina culta y seductora, tenía sus caprichos. Mantenía la piel tersa gracias a sus frecuentes baños con leche de burra. Y dicen que una mañana al despertar dijo a su criada: "¡Quéope, tuve un sueño revelador! No usaré más leche de burra para el baño. Quiero jabón de tocador".

-¿Perdón, mi Señora? -dijo la criada-. Ha dicho...

- Jabón de tocador -repitió la reina con autoridad.

- Pero, mi Señora, nunca oí lo que es eso.

- Sólo el jabón me mantendrá joven desde la testa al talón.

- Pero la leche de burra es muy bue...

-¡Calla, Quéope! ¡Busca ya una solución! ¡Basta de leche de burra! ¡De ahora en más usaré jabón!

Y dicen que entonces el especialista en los ingredientes del aseo de la reina fue a reunirse con los alquimistas. Después de varios experimentos dieron con un resultado que les pareció satisfactorio.

Mientras tanto Cleopatra, encaprichada como estaba en no bañarse hasta no tener jabón, permanecía recluida en sus aposentos con veinticuatro esclavas abanicándola continuamente.

En eso, llegó el especialista con el nuevo producto.

- Alteza -dijo, al tiempo que le entregaba un recipiente con un producto perfumado-, lo hemos logrado.

- Dime qué ingredientes tiene, antes de usarlo, para ver si me conviene.

- Tiene natrón, arcilla y altramuces.

-¿Natrón? ¿No lo usan para momificar? ¡Quedaré seca como Tutankamón!

- Mi Señora, en poca cantidad y mezclado con los otros ingredientes se transforma en jabón.

Dicen que esta simple explicación dejó conforme a la caprichosa reina, tantos deseos tenía de usar jabón y también, claro, de bañarse.

-¡Ay, qué emoción! -exclamó la reina incorporándose- ¡Me bañaré con jabón!

Y dicen por ahí que desde ese día el uso del jabón se extendió por todos los pueblos del mundo.

Dicen que dicen que dicen. Aunque no siempre hay que hacer caso a todo lo que se dice por ahí.