En
tiempos antiguos la ballena salía del océano para cantar sobre la tierra.
Caminaba
sobre cuatro patas y entonaba hermosas canciones con su lírica voz.
Todos
los fines de semana hacía su espectáculo en la plaza del pueblo. Era una gran
atracción.
Lo
extraño fue que luego de varias actuaciones habían desaparecido las calandrias,
una pareja de horneros, una lechuza blanca, las cotorras, las abejas, las mariposas
y las libélulas.
También
por esos días la ballena se empezó a quejar de grandes dolores de barriga.
Entonces
consiguió una cita para que el médico del pueblo la atendiera en la mismísima
plaza.
-¿Sabe,
doctor? –comentó la ballena-. Siento como si tuviera mariposas en el estómago.
-¿Está
enamorada? –preguntó el médico.
-No,
qué va –contestó ella-, ya quisiera yo.
-Bueno,
bueno. Acuéstese boca arriba, abra la boca y diga “aaa”.
Fue subirse
a una banqueta, asomarse al interior de la ballena y escuchar un concierto de
trinos y aleteos.
-¡Jum!
–exclamó el médico-. Con que esas tenemos.
-¿Tenemos?
–preguntó ella-. ¿Qué tenemos, doctor?
-¿Usted
es cantante, no es así?
-Sí
–dijo la ballena-, ¿por qué?
-Porque
tiene toda una orquesta en su estómago.
-No
puede ser.
-Créame.
Ahora entiendo por qué no hay pájaros ni mariposas. Usted se los tragó.
-Ehhh…-balbuceó,
ella, avergonzada-. Fue sin querer, doctor. Imagínese, tengo una boca enorme y
cuando la abro para cantar ni me entero de quién entra o quién sale. Digo yo,
¿me puede curar?
-Yo la
voy a curar, pero usted me tendrá que prometer que de ahora en adelante no
cantará más en la plaza. Su canto es muy bello, pero no puede ser que se ande
tragando todo lo que vuela, ¿se da cuenta?
-Sí,
pero…
-¿Lo
promete?
Y la
ballena con desgano:
-Si no
hay más remedio...
Cerrado
el trato, el doctor mandó a buscar un barril de pimienta. No bien lo tuvo se lo
dio a oler a la ballena y corrió a esconderse.
Al
rato, la ballena dio un estornudo tan potente que pareció un huracán y un
maremoto todo junto. Fue una suerte que estuvieran en el parque y no hubiera
nadie cerca. Con el feroz estornudo volteó dos o tres árboles y salieron
volando sanos y salvos seis o siete calandrias, una pareja de horneros, una
lechuza blanca, muchísimas cotorras, más una gran nube de abejas, mariposas y
libélulas, que se alejaron a todo vuelo no fuera cosa que a la ballena se le
diera por cantar.
Pasaron
unos días, y una tardecita el viento llevó hasta los oídos del médico la voz de
la ballena que ensayaba una melodía.
En lo
que se tarda en pestañear, el médico llegó a la plaza.
-Señorita
–dijo con enojo el médico-, me prometió que no cantaría.
-Perdón,
perdón. Es más fuerte que yo, no me puedo contener. Pero quédese tranquilo, creo que esta vez no
me tragué nada.
Y el médico,
que era el que más autoridad tenía en el pueblo, quedó pensativo y al rato
habló:
-Como
sé que no dejará de cantar porque está en su naturaleza y al abrir la boca
seguirá tragando cuanto vuele, la única solución que encuentro es que no pise
más la tierra, que viva desde ahora y para siempre solo dentro del agua.
-¿Y mi
canto en la plaza, no lo extrañarán?
-Claro
que lo extrañaremos, pero no podemos estar sin las calandrias que anuncian la
mañana, sin la pareja de horneros que traen fortuna en el lugar donde anidan,
sin la lechuza que acaba con la plaga de ratones, sin las cotorras que pintan
de verde el aire, sin las abejas y su exquisita miel, sin las mariposas de flor
en flor, sin las libélulas que anuncian lluvia. ¿Se da cuenta? Tal vez en el
océano pueda armar su espectáculo, y quién sabe algún día vayamos a escucharla.
Entonces,
el médico con paso firme y la ballena cabizbaja, caminaron los dos hasta la
orilla del mar.
Todos
fueron a despedirse de la ballena: hubo adioses, aplausos y alguna lágrima.
Desde
ese día no se la volvió a ver más por tierra.
Con el
paso del tiempo las patas se le transformaron en aletas, encontró una pareja y enamorados
como estaban les nació un robusto ballenato.
Con su
nombre artístico, Yubarta, la ballena cantó en el mar como lo hacía sobre la
tierra.
En
nuestros días hay muchas clases de ballenas, pero de todas la Yubarta es la que canta más lindo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario