visité
al Eugenio “C”,
lujoso
barco italiano,
y
vean lo que encontré:
un
cocinero perseguía
a
una salchicha con pies;
un
capitán que llevaba
en
la cabeza un gran pez;
un
camarote de lujo
donde
lloraba un bebé
y
una tortuga en chinelas
lo
trataba de mecer;
un
pulpo lavando el piso
no
con un balde, con tres;
siete
negocios de ropa
para
que las compre un rey,
y en
el comedor del barco,
un
gato tomando el té.
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